Si alguna vez visitas la ciudad de Puerto Natales, en la región de Magallanes, y al mismo tiempo, con ojos curiosos observas sus alrededores, además del gran icónico monte Balmaceda, podrás divisar un cerro con una marcada formación cónica, muy similar a la de los volcanes. Aquel es el cerro Tenerife, el cual posee una altura de 1650 msnm, y está ubicado al norte de la cordillera Prat, separado de ella por el valle del río Ventisquero, al sur. La procedencia del nombre del cerro, se debe a la primera familia que habitó a sus pies, durante la época de colonización de la provincia de “Última Esperanza”, que provenía de la isla española de Tenerife.

La cordillera Prat es un cordón montañoso con inigualables valles, cumbres y glaciares, donde es posible realizar una serie de deportes al aire libre. Por lo anterior, dicha cordillera y sus aledaños se han convertido en un atractivo totalmente accesible para quienes se deleitan y disfrutan de los paisajes patagónicos.

El cerro Tenerife se encuentra a 50 km al noroeste de Puerto Natales, limitando al Este con el lago Porteño. Desde su cumbre, se puede apreciar hacia el oeste, la inhóspita Patagonia y parte del campo de hielo sur, pero por lejos lo más evidente es el glaciar Tenerife, de una extensión pequeña si lo comparamos con otros glaciares de la región de Magallanes, pero de magnitudes significativas para progresar en su estudio contemplación y dinamismo.

Fue así como junto a mi cordada Álvaro Rivera, decidimos explorar este ecosistema glaciar en una salida de 3 días, con equipo suficiente para progresión en glaciar y eventualmente escalada en hielo, partiendo el día 31 de marzo de 2021.

Junto a mi compañero entramos por la ladera noreste del cerro Tenerife, por un sendero demarcado por el proyecto “Senderos de Chile”, a un costado del puente Rincón, en la ruta Y-290, marcada por una densa vegetación de bosque Magallánico (nothofagus), leña dura (Maytenus magellanica), calafate (Berberis microphylla), Escallonia (Escallonia rubra), y Notro (Embothrium coccineum), entre las especies más predominantes.

Durante alrededor de 3 horas fuimos ganando elevación por terrazas de uno de los valles que tienen su origen en el cordón montañoso al cual nos dirigimos, hasta llegar a la zona de campamento, donde ya se podían apreciar otros pequeños glaciares de circo,  forma semicircular en la parte superior de un glaciar. Los ejemplares de lenga, coigüe y ñirre cedieron su lugar a las montañas, terrenos más escarpados de roca, una vegetación dominada por el desierto andino, y una gran vista del macizo Paine al noreste de nuestra locación.

Al día siguiente, con las primeras horas de luz, y con una gran ventana de buen tiempo, sin viento y los cielos despejados, salimos rumbo hacia el glaciar Tenerife, acercándonos por la ladera nororiental del cerro homónimo, recorriendo la zona periglaciar del mismo.

Bajamos por la loma lateral de piedras y barro que son arrastrados por el glaciar, o morrena en su nombre más técnico,  con mucho cuidado por lo resbaloso de la roca aborregada hasta llegar a la parte baja del glaciar, lugar donde nos pusimos los crampones para comenzar la progresión.

Una vez dentro del glaciar, y antes de comenzar la progresión del mismo propiamente tal hacia su parte superior, decidimos encordarnos nuestro equipo de escalada, pues Álvaro sabía de una pala de hielo que se formaba sobre la zona superior del glaciar en donde la masa de nieve se acumula (zona de acumulación) , y que había escalado anteriormente, por lo que quisimos ver su estado luego del reciente verano para ver si era posible subir por ella hasta la cumbre del monte que la alberga.

La zona inferior en donde el glaciar pierde parte de su masa por efecto de evaporación y fusión, también llamada zona de ablación, se encontraba bastante deteriorada, débil, con material particulado sobre el hielo en sus zonas laterales, y con notorios signos de derretimiento, consecuencia de una calurosa época estival reciente.

Continuamos progresando por el glaciar ladera arriba en busca de esta gran pala de hielo, la cual empezamos a dimensionar a medida que íbamos avanzando y tomando más altura por el medio del glaciar. 

Ya más arriba pudimos evidenciar signos evidentes de adelgazamiento en su ladera occidental. 

También pudimos apreciar una serie de rocas erráticas dispersas en el sector, muy cerca de evidentes zonas de desprendimiento en su ladera oriental.

Luego de identificar e ingresar a su zona de acumulación, teniendo la gran pala de hielo a unos 100 metros, progresamos bordeando la gran pendiente de hielo con el fin de llegar a la misma. Pudimos percatarnos de una gran grieta que atravesaba todo el ancho del glaciar, la rimaya, la cual tuvimos que atravesar con mucho cuidado, y asegurándonos con los piolets.

Ya a los pies de la gran pala de hielo, evaluando la zona y las condiciones del hielo, decidimos escalar y salir del glaciar por la cumbre del monte que lo alberga. 

Fueron 2 largos de 60 metros cada uno, por lo que la pala de hielo en su totalidad tenía unos 120 metros de altitud aproximadamente. El hielo estaba bastante débil y resquebrajado, no fue una escalada difícil, pero al ir con nuestras mochilas, y al ser una escalada con un ángulo positivo (menos de 90° de inclinación), se hizo algo incómoda su progresión.

Pese a lo anterior, y a que subimos dicha pala por las horas de la tarde, pudimos colocar tornillos y hacer reuniones sin problema, pudiendo disfrutar del paisaje y de la actividad en sí.

Al llegar arriba, el Paine nuevamente nos sorprende con una vista espectacular, ya atardeciendo, y totalmente despejado, donde pudimos deleitarnos con una vista panorámica del macizo Paine, el campo de hielo sur y sus glaciares, el monte Balmaceda y la cordillera Chacabuco. El instante, en donde el cuerpo se relaja y disfruta por completo del momento presente en medio de la enormidad de la Patagonia.

El glaciar Tenerife es un glaciar pequeño en comparación con otros gigantes de la Patagonia, sumado a sus características templadas hace que se encuentre en un claro peligro de desaparecer. Sin embargo, es un privilegio poder seguir viendo estos paisajes en medio de un escenario ambiental complejo. 

Pese a que en esta ocasión aprovechamos esta formación de hielo con fines deportivos y recreativos, tuvimos siempre presente el valor del glaciar Tenerife en su relación con el ecosistema allí dado, y como parte integrante de un equilibrio bastante frágil para todas las formas de vida existentes en el entorno. Al ser este un glaciar relativamente accesible para quienes gustan de este deporte, con un acercamiento amigable dentro de los márgenes, aprovechamos de hacer un llamado a respetar la fragilidad del ecosistema ahí presente, y realizar esta hermosa actividad con total respeto y humildad ante la naturaleza.

 

Foto de Portada:

  • Glaciar Tenerife, región Magallanes y de la Antártica Chilena. Link ubicación y ficha técnica LatitudGlaciar