La primera vez que un ser humano caminó sobre un glaciar, probablemente data desde los tiempos prístinos en los que nuestra especie comenzó a poblar el planeta. Desde entonces, no hemos dejado de acercarnos e incursionar en glaciares, motivados por los más diversos fines; científicos, bélicos, de sobrevivencia, turismo, deportivos, entre muchos otros. Prueba de la extensa relación entre el hombre y los glaciares, son los diversos vestigios arqueológicos y paleontológicos que se han encontrado en diferentes glaciares del mundo, que no hacen más que, reforzar la idea de que tenemos una historia más estrecha con los glaciares de la que hoy tenemos conciencia.

No cabe duda de que los glaciares atraen a millones de turistas cada año, a tal punto que en la industria ya se habla de un turismo de glaciares, que hace referencia a un sistema que traslada a las personas a vivir la increíble experiencia de estar cerca de un glaciar, sea cual sea, el tipo de éste.

Ya sabemos que existen diferentes clasificaciones para los glaciares, entre ellas por su forma. Para fines turísticos, visitar un glaciar de valle, uno de montaña o un glaciar de frente desprendente, requerirá de una logística muy diferente en cada caso. Más aún, el perfil de un turista que quiera acceder a ellos será diferente.

La Fiebre del Hielo

Algunos glaciares poseen condiciones morfológicas y de acceso favorables para que un grupo de personas pueda caminar sobre ellos. Realizar la actividad de caminata sobre un glaciar requiere de tres elementos claves: estado físico acorde a la actividad, equipamiento técnico necesario y el conocimiento para realizar la excursión.

Las caminatas guiadas sobre glaciares tienen su origen en paralelo al desarrollo del guiado en montaña. Uno de los primeros glaciares del Mundo en los que se realizaron caminatas con fines turísticos, es la Mer de Glace, uno de los glaciares más grandes de los Alpes Franceses.

Las caminatas turísticas sobre El Mar de Hielo o la «Mer de Glace» en francés, son de las más antiguas en el Mundo. Fuente: Biblioteca Central de Zúrich.

En Chile, las caminatas sobre glaciares más conocidas, tienen lugar sobre los Glaciares Grey (Parque Nacional Torres del Paine) y Exploradores (Parque Nacional Laguna San Rafael).

Para caminar sobre el Glaciar Exploradores, es necesario contratar un tour guiado, que parte desde la localidad de Puerto Río Tranquilo en la región de Aysén. Todo comienza a las ocho am, cuando se reúnen los turistas en la oficina de alguna de las nueve agencias que realizan la excursión. Desde ahí se llega a la entrada del parque nacional, luego de una hora y media de viaje en vehículo. En ése punto, los turistas reciben el equipo técnico, una inducción de seguridad y las recomendaciones necesarias para minimizar el impacto sobre el frágil lugar. La caminata transcurre durante unas dos horas, a través de una zona de morrenas y hielo recubierto, para luego dar pie a la caminata con crampones. El recorrido en la zona de hielo descubierto dura aproximadamente dos horas, y en esa zona los turistas pueden contemplar distintas formas y microformas glaciares, explicadas por los guías encargados del recorrido, que por norma cada año deben rendir pruebas de conocimientos en glaciología, biodiversidad, primeros auxilios y rescate en grietas. El retorno al punto de inicio de la caminata, se realiza por la misma vía de acceso para llegar de regreso por la tarde a Puerto Río Tranquilo, para un merecido descanso.

Las cavernas de hielo, son una de las formas más llamativas del Glaciar Exploradores. Foto: Marcos Cole.

Algunas de las preguntas más frecuentes que los guías de caminatas sobre el Glaciar Exploradores reciben cada día son: ¿Por qué el hielo glaciar es azul?, ¿Cuál es la tasa de pérdida de hielo del glaciar? o ¿La caminata con crampones produce algún impacto en el glaciar?. Es ésta última pregunta en la que nos centraremos. Si bien, no existen estudios acerca del impacto de una caminata con crampones sobre un glaciar en su balance de masa, es innegable que al clavar las puntas de un par de crampones sobre un glaciar se produce un desgaste de la gran masa de hielo. Dicho esto, el volumen de hielo que se perdería en un año por caminar con crampones debiera ser comparativamente despreciable (aunque no inexistente) respecto de lo que se pierde producto del Calentamiento Global. Ahora bien, es correcto reconocer que hay un impacto de una caminata con crampones sobre un glaciar, sea cual sea su magnitud, lo que implica dos posible soluciones: o se prohíbe el uso de crampones en un glaciar o se compensa ese impacto con educación ambiental, que permita a largo plazo ayudar a proteger los glaciares.

Los crampones son herramientas de acero o aluminio que poseen una serie de puntas que evitan el deslizamiento al caminar sobre el hielo. Foto: Marcos Cole.

En una caminata sobre un glaciar pueden presentarse también otro tipo de impactos, por ejemplo: disposición inadecuada de basura, contaminación por el uso del baño, malas prácticas de los visitantes (rayados, extracción de elementos, etc.), e incluso contaminación cruzada (los crampones pueden transportar microorganismos y llevarlos de un glaciar a otro).

 

Turismo Educativo y Sustentable

En el contexto de crisis climática en el que vivimos, la protección de los glaciares es materia urgente. Foto: Marcos Cole.

Las nuevas tendencias en educación, hablan del aprendizaje experiencial como uno de los mecanismos más efectivos para la internalización de conocimientos de distinta índole. Por ejemplo, en materia ambiental podremos proteger lo que conocemos de manera tangible y sería mucho más difícil lograrlo si sólo lo aprendimos encerrados en una sala de clases. En ese contexto, caminar sobre un glaciar es una oportunidad única para interiorizarnos en terreno con el concepto de glaciar o con los sonidos de un glaciar, entre una serie de datos que los guías de un tour puedan proporcionarnos. Sobre éste último punto, es que se convierte en una necesidad imperante que los guías y prestadores de servicios turísticos sean capaces de facilitar algunos conocimientos necesarios a los visitantes, con el fin de que a futuro sean éstos quienes transmitan a su entorno más cercano la importancia de los glaciares y se empoderen en la demanda de su protección.

Finalmente, cabe señalar que existe un impacto aún mayor de la industria turística sobre los glaciares, que es la huella de carbono, producida en el trayecto de los turistas desde los más lejanos lugares, hasta los glaciares de nuestro país. Reconocer la existencia de ésta huella y trabajar en su reducción es una urgencia global y debe ser considerada una prioridad para quienes planifican el turismo.