Los glaciares son poderosos agentes de erosión, que han alterado profundamente la superficie de la tierra durante miles de años, sin embargo los mecanismos que rigen la erosión glacial (desgaste causado por el movimiento del hielo sobre la superficie terrestre) no se han podido comprender cabalmente, esto debido a que ocurren debajo del hielo, ocultos a la vista.

Una de las grandes interrogantes entre los glaciólogos es; por qué algunos glaciares son más erosivos en sus bases que otros, y qué factores hay detrás de tales diferencias.

Este diagrama muestra cómo los glaciares pueden erosionar la base de roca. La abrasión implica rayar el lecho rocoso con escombros en el hielo basal. El desplume (Plucking) es la eliminación de trozos enteros de la base rocosa. Imagen de nps.gov (link).

Un grupo internacional de investigadores, encabezado por Simón Cook (Glaciólogo de la U. Dundee, Escocia), podría haber encontrado una pieza importante en este rompecabezas. Al compilar las tasas de erosión de la base rocosa del glaciar, las velocidades de deslizamiento y los datos climáticos de 38 glaciares, se dieron cuenta de que la precipitación es el factor más importante para controlar la erosión glacial. En su estudio concluye “lo que encontramos es que no hay un aumento sistemático en la tasa de erosión de la base rocosa del glaciar con el aumento de las temperaturas, pero si fue el caso con las precipitaciones“. Cook explicó que dos formas de precipitación, lluvia y nevadas, influyen en la erosión de dicha base. Por un lado, el agua de la lluvia puede filtrarse en la base rocosa del glaciar lubricando la interfaz entre el hielo y la roca permitiendo que el glaciar se deslice más rápido, este proceso conduce a más erosión. Las nevadas por otro lado pueden acumularse en la superficie y crear un glaciar más grueso y empinado, lo que nuevamente promueve un deslizamiento más rápido de la base rocosa y mayores tasas de erosión.

Cook y sus compañeros de equipo descubrieron que las mayores cantidades de erosión estaban ocurriendo debajo de glaciares relativamente cálidos, por lo que, la temperatura actúa como un umbral que cuando se cruza, permite una erosión rápida de la base rocosa del glaciar cuando se acompaña de suficiente precipitación.

Michele Koppes, que no participó en el estudio actual, estuvo de acuerdo. «Eso confirma el estudio que hice el año 2015, que sugiere que cuando aumenta la cantidad de agua (precipitaciones) en el lecho rocoso del glaciar, aumenta también la tasa de erosión en un orden de magnitud o dos«.

Cook reconoce que los datos subyacentes para el estudio «no son completamente a prueba de balas, hay una gran cantidad de variación en esos datos«; refiriéndose a las características particulares de cada glaciar y las diferentes técnicas utilizadas por los investigadores que adquirieron los datos.

En algunos casos, los investigadores midieron sólo la cantidad de sedimentos disueltos en las corrientes de agua de deshielo que salen de los glaciares, mientras que otros también explicaron los adoquines y rocas que transportaban. Otros investigadores observaron directamente el hielo, cincelando y midiendo el volumen de sedimento transportado por el glaciar. En otros casos, donde los glaciares se descargan directamente en los lagos o el mar, los científicos tomaron núcleos de sedimentos del fondo de esos cuerpos de agua, tratando de estimar qué tan rápido se acumuló ese sedimento.

A pesar de esta amplia gama de técnicas de medición, aún existe una relación significativa entre la rapidez con que se mueven los glaciares y la cantidad de erosión que se produce en su lecho rocoso. Otro problema son los limitados datos climáticos disponibles en muchas áreas remotas. En el futuro, Cook llama a otros equipos a utilizar datos climáticos de mayor resolución, o incluso, a recopilar datos climáticos in situ.

«Es más fácil llegar a la superficie de la Luna, que meterse debajo de un glaciar y saber lo que está sucediendo allí, por lo que, hay muchas suposiciones que intervienen en estas mediciones«, concluyó Cook. Esto abre a futuro, la brecha de explorar con mayor profundidad esta relación entre la precipitación, la temperatura y la tasa de erosión de la base rocosa de los glaciares, sin lugar a dudas un desafío pendiente para la glaciología y las ciencias de la tierra.

En la foto de portada, localizada en el Monte Balmaceda, se puede notar claramente el efecto que produce el glaciar en su entorno, esculpiendo la roca en forma de «bowl».

Fuente: Extracto de artículo de Javier Barbuzano. Link.
Fotografía: Glaciar Balmaceda, Campos de Hielo Patagónico Sur. Por Jorge León. Link de Ubicación